El estrés laboral es un tipo de estrés asociado al entorno de trabajo. Los empleados experimentan estrés laboral debido a las condiciones de trabajo, a los factores y decisiones organizacionales, a los sistemas y organización del trabajo y al contexto físico y social en el que se desenvuelven (Moriano, Topa y García, 2019). La cronificación del estrés provoca desajustes cognitivos, ansiedad y alteraciones de los sistemas neuroendocrino, autónomo, inmune y cardiovascular. Con el tiempo estas complicaciones pueden llegar a generar desde depresión hasta ataques cardiacos.
Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE 2018) en España más del 60% de los trabajadores sufre algún tipo de estrés en el entorno laboral, siendo clave en su salud general, psicológica y física.
Para la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA), los factores más comunes de estrés laboral se relacionan con los contenidos del trabajo (tareas aburridas y repetitivas o actividades no estimulantes), la cantidad de trabajo y el ritmo de ejecución (intensidad del trabajo), el horario de trabajo (turnos largos, descansos limitados, horarios inflexibles, períodos de trabajo impredecibles), la ausencia de participación en la toma de decisiones y de control sobre el modo de ejecución de las tareas (falta de autonomía), las condiciones físicas y el medio ambiente de trabajo (poca iluminación, ruido, temperatura, contaminación), la cultura organizacional (falta de apoyo, división poco clara del trabajo) y la mala gestión del cambio organizativo (que provoca inseguridad en el empleo), los conflictos, falta de apoyo y mala comunicación entre compañeros y responsables o incluso fenómenos más severos, como el acoso psicológico y sexual, la falta de desarrollo profesional (sin plan de carrera, estabilidad y movilidad funcional) y las dificultades para conciliar el trabajo y la vida privada. La utilización de las tecnologías de información y comunicación (TIC) se considera un nuevo riesgo psicosocial de estrés laboral ya que facilita la disponibilidad y comunicación constante de los empleados con el entorno de trabajo.
Resulta relevante identificar y gestionar los factores psicosociales de estrés laboral tanto a nivel individual como organizacional.
Individualmente se revisan niveles de agotamiento emocional, irritación e intención de renunciar al trabajo. El insomnio es una consecuencia somática habitual derivada del estrés laboral. Además, la falta de sueño produce mayor activación y aumenta el estado de alerta que a su vez mantienen y aumentan la sintomatología de estrés.
En lo relativo a las organizaciones será de utilidad detectar empresas, sectores y/o puestos de trabajo con mayor riesgo psicosocial e identificar a sus trabajadores más vulnerables al estrés para poder realizar intervenciones específicas. El uso normalizado e intensivo del teléfono móvil, tablet y ordenador portátil puede llevar a la hiperconectividad y disponibilidad del trabajador en cualquier momento y lugar, exceso de carga cuantitativa de trabajo (multitarea), despersonalización del trabajo y otros riesgos. La prevención de las consecuencias negativas del uso intensivo de las tecnologías de la información y comunicación (TICs) debería llevar a promover una mayor interacción y cooperación de los representantes de los trabajadores – especialmente de los delegados de prevención – con los servicios de prevención de la empresa (Avilés, 2018). En un informe realizado por el Observatorio de Prevención de Riesgos Laborales sobre el tecnoestrés (estrés específico derivado de la introducción y uso de nuevas tecnologías en el trabajo) se alertaba sobre factores como, por ejemplo, “trabajar con mucha información escrita”, “tener que estar pendiente de muchas cosas a la vez” o “prestar mucha atención o concentración en mis tareas” como exigencias que conllevan las TICs en el ámbito laboral.
El equipo del centro de psicólogos Bilbao, Ainhoa Cebrecos, te ofrecemos un abordaje integral del estrés laboral.