Causas, indicadores y cómo cambiarlo
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La vida, en su diversidad, nos invita a reflexionar sobre cómo nos percibimos a nosotros mismos. En ocasiones este autoexamen revela dudas y crítica, a lo que comúnmente nos referimos como «baja autoestima». Sin embargo, ¿qué tal si vemos este momento no como un obstáculo, sino como el indicio de una oportunidad hacia el reconocimiento de nuestro valor personal?
El Jardín Interior
Cada uno de nosotros alberga en su interior un jardín. A veces, las malezas de la inseguridad y el miedo pueden ocultar la belleza de nuestras flores, aquellas que representan nuestras capacidades. La baja autoestima es como una sombra que impide que el sol nutra nuestro jardín. Reconocer esto es el primer paso para adquirir las herramientas necesarias y comenzar a cuidar de nuestro espacio personal.
Nuestro Valor Personal
La tarea de cuidar de nuestro jardín es diaria. Incluye aprender a valorar cada flor y cada hoja, reconociendo que incluso las más pequeñas contribuciones son esenciales para el equilibrio y la belleza del conjunto. Es encontrar la fortaleza para arrancar las malezas, esas voces internas que nos dicen que no somos suficientes, y reemplazarlas con semillas de confianza y autoestima.
Cuándo buscar apoyo
Hay momentos en que, a pesar de nuestros esfuerzos, el jardín parece marchitarse. Quizás es porque las raíces de algunas de esas malezas son profundas, y necesitamos ayuda externa para erradicarlas completamente. Aquí es donde la terapia puede ser como un jardinero experto que nos acompaña, ofreciéndonos nuevas herramientas y técnicas para cuidar de nuestro espacio, enseñándonos a ver nuestro valor de una manera más clara y luminosa.
El Proceso del Descubrimiento
La terapia es un viaje de descubrimiento donde cada sesión es un paso más hacia un jardín más sano y vibrante. Es un espacio donde podemos hablar libremente de nuestras inseguridades, miedos y sueños, y aprender a nutrir nuestras virtudes hasta que florezcan con todo su esplendor. Este proceso nos permite reconocer y celebrar nuestro valor personal, no como algo otorgado por el exterior, sino como una verdad que surge desde nuestro interior.