¿Tu hijo necesita ayuda psicológica? 7 señales claras

15 de septiembre de 2025

por Ainhoa Cebrecos

La adolescencia trae cambios intensos, y muchas veces los padres se preguntan:

¿Es solo una etapa o hay algo más que atender?

Estas son 7 señales claras de que tu hijo puede necesitar apoyo psicológico. No basta con que aparezcan una vez: lo importante es si se repiten y persisten en el tiempo.


1. Se aísla más de lo habitual

Prefiere estar solo casi siempre, evita a sus amigos o rechaza actividades que antes disfrutaba.

  • Lo que parecía: “No quiere ir al equipo de baloncesto porque se ha vuelto perezoso”.
  • En realidad: lo que había era un miedo intenso a no encajar con sus compañeros tras un cambio físico.

2. Cambios de humor extremos

La intensidad emocional supera lo esperable: pasa de la risa al enfado en minutos y los conflictos en casa son constantes.

  • Lo que parecía: “Tiene un carácter insoportable y se le pasará con la edad”.
  • Lo que reveló la escucha: detrás de esos enfados constantes había una ansiedad que no sabía cómo expresar.

3. Baja en el rendimiento escolar

De repente suspende asignaturas, deja de entregar trabajos o muestra una apatía total hacia el colegio.

  • Lo que parecía: “Se está volviendo irresponsable, no se esfuerza nada”.
  • Lo que estaba ocurriendo en realidad: sufría acoso escolar y había perdido toda motivación.

4. Preocupación excesiva por la comida o el cuerpo

Empieza a saltarse comidas, a hacer dietas sin motivo o a compararse continuamente con otros.

  • Lo que parecía: “Quiere cuidarse y ser más saludable”.
  • Lo que expresaba con su conducta: la presión que sentía al compararse con modelos de las redes sociales.

5. Ansiedad o tristeza sostenida

Expresa nervios, miedo o desánimo de forma continuada, afectando a su día a día.

  • Lo que parecía: “Está de bajón porque suspende”.
  • La raíz del problema: un cuadro de ansiedad generalizada que interfería en su capacidad de concentrarse.

6. Conductas de riesgo

Desde autolesiones hasta consumo de alcohol o drogas: comportamientos que ponen en peligro su salud.

  • Lo que parecía: “Son cosas de la edad, todos prueban”.
  • Lo que en verdad estaba transmitiendo: un dolor emocional profundo que no encontraba palabras para expresar.

7. Mensajes de desesperanza

Frases como “nada tiene sentido” o “da igual todo” indican un malestar profundo que requiere atención inmediata.

  • Lo que parecía: “Habla así para llamar la atención”.
  • Lo que realmente mostraba: una sensación de vacío y de falta de motivación vital.

¿Qué hacer si reconoces estas señales?

Cuando aparecen varias de estas señales y se mantienen en el tiempo, lo más importante es cómo reaccionamos como familia. Estas son algunas orientaciones prácticas y por qué pueden marcar la diferencia:

  • Escuchar sin juzgar.
    A menudo los adolescentes sienten que nadie les entiende. Escuchar con calma, sin interrumpir ni emitir juicios, abre la puerta a que se animen a compartir lo que les pasa.
  • Evitar frases como “ya se te pasará”.
    Minimizar su malestar solo aumenta su sensación de incomprensión y soledad. Validar lo que sienten no significa estar de acuerdo con todo, sino reconocer que su dolor es real.
  • Mostrar disponibilidad para hablar.
    Puede que no quieran contarlo todo de inmediato, pero saber que sus padres están ahí, sin presionar, les da seguridad. A veces basta con dejar claro: “cuando quieras hablar, estoy disponible”.
  • Buscar orientación profesional si el malestar se mantiene.
    La intervención temprana facilita que el adolescente no se quede atrapado en el síntoma. Un psicólogo especializado en adolescentes ofrece un espacio seguro donde lo que no puede decir en casa encuentra lugar para expresarse.

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Conclusión

La adolescencia no es un camino recto, y es natural que los hijos cambien de humor, de intereses o de hábitos. Sin embargo, cuando esas señales se hacen persistentes y empiezan a limitar su vida, conviene prestar atención.

Detectar a tiempo y actuar con sensibilidad puede marcar la diferencia. Escuchar sin juicios, acompañar con paciencia y ofrecer la posibilidad de acudir a un espacio terapéutico no solo ayuda al adolescente a recuperar confianza, también da a la familia recursos para transitar esta etapa con mayor serenidad.

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