Verano, cuerpo y comida: cuando algo no va bien

4 de julio de 2025

por Ainhoa Cebrecos

Llega el verano. Todo parece invitar a relajarse, disfrutar, mostrar el cuerpo, comer “mejor”. Pero no siempre es así. Para muchas personas, esta época remueve. Y mucho.

De repente, el cuerpo se vuelve un problema. La comida, un campo de batalla. Y la cabeza, un lugar lleno de exigencias.

Mostrar el cuerpo da vergüenza. Comer genera culpa. No estar “como se supone” que hay que estar en verano puede provocar angustia.

Y entonces aparece el malestar. Silencioso, a veces confuso. Pero real.


¿Por qué el verano puede remover tanto?

Porque expone. Porque compara. Porque presiona.

La ropa cambia, el cuerpo queda más a la vista. Las redes sociales y los medios bombardean con imágenes, mensajes de “cuidarse”, “comer limpio”, “sentirse bien”. Y si tú no te sientes así, algo duele.

No es solo estética. Muchas veces, lo que se vive como problema con el cuerpo es una forma de expresar otro tipo de malestar: algo más profundo, que no siempre encuentra palabras.


Cuando el cuerpo y la comida hablan por ti

No es raro que en estas fechas:

  • Comer se vuelva una fuente de ansiedad o control.
  • Aparezca la culpa después de comer.
  • Se coma sin hambre o se deje de comer.
  • El cuerpo se mire con rechazo.
  • Se piense todo el tiempo en lo que se ha comido, lo que se va a comer, lo que no se debería comer.

Y, aunque parezca que el problema está en la comida o en el cuerpo, muchas veces eso es solo la punta del iceberg.


¿Qué puede ayudarte?

Hablar.

Sí, así de simple. Poder decir lo que cuesta. Nombrar eso que no se puede contar en voz alta. Darle un lugar a lo que pesa.

Desde la psiconutrición, no damos dietas ni consejos generales. No se trata de controlar más, sino de entender qué está en juego. Qué función tiene la comida. Qué sentido tiene ese malestar con el cuerpo.

No hay prisas. No hay moldes. Solo escucha.


Esto también es salud

La salud no es solo física. También es poder estar con uno mismo sin pelea constante. Y eso empieza por permitirse hablar de lo que duele, aunque no tenga nombre.


¿Quieres empezar a trabajarlo?

Puedes escribirme cuando lo necesites. Estoy en Bilbao y también atiendo online. Y si esto que has leído te ha tocado, quizás sea un buen momento para empezar a escucharte.

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