La relación con la comida no es solo una cuestión biológica ni de voluntad. Cada persona come con su historia, sus recuerdos y sus emociones. Por eso, cuando hablamos de sanar la relación con la comida, no nos referimos a seguir una dieta perfecta ni a controlar lo que se ingiere al detalle.
Sanar significa reconciliarse con la comida como parte de la vida y no como un enemigo.
Comer no es solo alimentarse
Algunas personas piensan que comer debería ser tan sencillo como llenar el depósito de un coche. Pero comer nunca es neutro. Lo que ponemos en el plato se entrelaza con nuestras emociones, con la forma en que nos miramos al espejo, con los recuerdos de la infancia y con la manera en que afrontamos la vida.
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Cuando la comida se vuelve un campo de batalla
Muchas veces, la dificultad no está en los alimentos en sí, sino en el lugar que ocupan en la vida de la persona.
- Puede suceder que, tras un día difícil, alguien busque en los dulces un consuelo inmediato. Al principio alivia, pero después queda atrapado en la culpa.
- Muchas personas cuentan que se saltan comidas como forma de castigarse cuando sienten que no cumplen con la imagen que esperan de sí mismas.
Sanar no significa dejar de sentir esas tensiones, sino empezar a reconocer lo que ponen en manifiesto. Detrás de cada atracón o de cada restricción excesiva suele haber algo más: ansiedad, soledad, miedo o una búsqueda de control.
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Escuchar lo que la comida dice de nosotros
José María Álvarez insiste en que el síntoma es siempre una forma de expresión. En el caso de la comida, lo que aparece en el plato habla también de lo que sucede en el interior.
- A veces lo que ocurre es que alguien come con prisa, sin sentir el sabor, mostrando la dificultad de darse un espacio para sí mismo.
- Quien lo vive suele describirlo así: “empiezo una dieta, aguanto unos días o semanas, pero acabo cayendo en un atracón. Es una lucha constante entre querer controlarlo todo y no poder controlar nada”.
Sanar es poder escuchar esa voz, en lugar de acallarla con reglas o prohibiciones.
Un proceso, no un resultado inmediato
Sanar la relación con la comida no es llegar a un estado ideal, sino iniciar un camino. Es un proceso que incluye tropiezos, avances y momentos de duda.
Lo esencial no es eliminar por completo la culpa, la ansiedad o el hambre emocional, sino aprender a nombrarlos y comprenderlos. Cuando una persona puede hablar de lo que le pasa con la comida, empieza a liberarse de la tiranía del síntoma.
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El lugar de la terapia en este camino
La terapia no ofrece recetas sobre qué comer sino un espacio de escucha. Aquí la persona puede poner en palabras lo que antes solo aparecía en la forma de comer.
Sanar la relación con la comida significa también reconciliarse con una misma: aceptar que no se trata de ser perfecta sino de poder vivir con más libertad y menos culpa.
Conclusión
Sanar la relación con la comida es, en el fondo, sanar una parte de la relación con una misma. No es aprender a comer “correctamente”, sino entender qué expresa cada gesto frente al plato y poder darle un lugar diferente.
La comida deja de ser una batalla cuando se convierte en una experiencia más integrada en la vida: sin miedo, sin tiranía, con la posibilidad de elegir y disfrutar.