El caso de Ana: cómo superó su atracón navideño desde la psiconutrición

22 de diciembre de 2025

por Ainhoa Cebrecos

Una historia común, que podría ser la tuya

Ana tiene 32 años. Cada año, cuando se acercan las fiestas, comienza a sentir una inquietud que no sabe muy bien cómo explicar. No es solo el estrés de organizar cenas, ni la presión por convivir con familiares que apenas ve durante el año. Hay algo más hondo, algo que se repite en silencio: el temor —y la certeza— de que va a perder el control con la comida.

Dice que no sabe por qué, pero cuando llega la Nochebuena, se da el atracón. Una mezcla de prisa, ansiedad, hambre atrasada, necesidad de llenar. Come rápido, mucho, como si no pudiera parar. Y al día siguiente… culpa, vergüenza, un cuerpo hinchado y una mente llena de reproches.


El atracón no empieza en el plato

Cuando Ana comenzó terapia, dijo que quería “dejar de atracarse”. Pero en lugar de centrar la atención en lo que comía, pusimos palabras en lo que no podía decir, en la angustia que se anticipaba al atracón, y en ese circuito de culpa y reparación que llevaba años repitiéndose.

👉 El atracón, para Ana, no era un error de fuerza de voluntad. Era una respuesta. Una forma de defenderse del vacío, de calmar una incomodidad psíquica que no sabía nombrar.

Y ahí comenzó su proceso.


¿Qué lugar ocupa la comida en lo que callamos?

Con Ana hablamos de sus silencios. De la tensión con su madre cada Navidad. De la tristeza acumulada por una relación que no terminaba de cerrarse. De la dificultad para decir “no”.
De cómo la comida se había convertido en su espacio de descarga y castigo.

El problema no era la Navidad. Era la escena emocional que se activaba cada vez que volvía a esa mesa.

A través del trabajo conjunto entre la psicóloga y la nutricionista —sin contar calorías, sin pesar alimentos— empezamos a abrir espacio al deseo, a la elección, al permiso de cuidarse sin exigencia.


El día que no hubo atracón

Ese año, Ana llegó al 24 de diciembre con menos miedo. No porque hubiera hecho una “dieta previa”, ni porque supiera con exactitud lo que iba a comer. Sino porque por primera vez llegó conectada con lo que sentía, con lo que necesitaba, y con un cuerpo que ya no era enemigo.

Comió. Disfrutó. Y no hubo atracón. Tampoco hubo culpa.

No fue magia. Fue trabajo. Fue poner palabras donde antes solo había silencio y compulsión. Fue dejar de pelearse con el cuerpo y empezar a escucharlo. Fue darse permiso para no exigirse.


El atracón como síntoma, no como fallo

Como diría Domenico Cosenza, el atracón no es solo un trastorno de conducta alimentaria, sino un acto cargado de sentido. Un lenguaje del cuerpo cuando no hay otra forma de decir.

La psiconutrición —cuando se basa en la escucha del sujeto, no en el control de lo que come— permite descifrar lo que hay detrás del atracón, en lugar de reprimirlo. Y con el tiempo, transforma la relación con el comer, con el cuerpo, con uno mismo.


Si te sientes como Ana

Si sientes que la Navidad despierta en ti ansiedad, miedo al descontrol, o una lucha constante con la comida, no estás sola/o. No eres débil. No eres culpable.

💬 Puede que ese malestar sea la forma que ha encontrado tu cuerpo para hablar. Y si lo escuchas con ayuda, puede que también encuentres otra manera de vivir estas fiestas.


🤍 Una invitación clínica

Este no es un artículo para decirte qué comer o cómo evitar el atracón. Es una invitación a mirar más allá del síntoma.
Si algo de esta historia te ha resonado, puedes comenzar a hablarlo. Puedes iniciar un camino de acompañamiento desde la escucha y la no exigencia.

👉 Puedes contactar conmigo desde este enlace

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